River mereció ganarle a Monterrey. El reglamento es un mamarracho. Dos verdades evidentes. Un par de oraciones pueden sintetizar el 0-0 contra los mexicanos en el Mundial de Clubes. Ninguna de las dos es mentira. Y, a su vez, es reaccionar emocionalmente con un reduccionismo que engaña. ¿No sería más saludable hacernos ciertas preguntas en lugar de coleccionar lugares comunes? ¿No sería mejor revisar las razones por las cuales River, desde hace rato y salvo en excepciones como los superclásicos, no vence en los partidos en los que puede y debe dar el salto de calidad definitivo? Aunque nos incomode reconocerlo, cuando algo se repite es cualquier cosa, menos casualidad. Por todo esto, el Más Grande tendrá una oportunidad de oro ante Inter.
Anclar en las particularidades del reglamento puede ser un recurso de charla de café. Una bronca de media hora. Se comprende, pero también es cierto que la ley es la misma para todos. No es suficiente argumento cuando una victoria ante Monterrey mandaba ese contenido a la papelera de reciclaje sin chistar. Y lo sabíamos antes de empezar el partido. El asunto reglamentario cobra importancia porque el equipo no logró el objetivo de derrotar a los mexicanos. Para un River de vara histórica, vencer a Monterrey es un mandato, pero la vara se viene desdibujando y siempre hay un “pero” a mano. El veredicto puede reducir todo a la falta de contundencia. Ok, ¿y qué hizo River para reducir el margen de error? ¿Por qué se da cada vez más seguido eso de decepcionarse? Atravesaremos algunos ejes para debatirlo, tanto desde el partido en sí como desde una mirada integral.
EL EXPEDIENTE BORJA
El colombiano es un fiel retrato de lo indivisible que puede ser el ánimo del rendimiento. Casi que lleva el axioma a la máxima potencia. Su prestación en el campo, no solo por cuota goleadora, sino por sacrificio y atención al juego, está directamente vinculada a la confianza que le inyecta el cuerpo técnico de turno. Borja sabe que Gallardo no lo prefiere. Borja sabía que Demichelis no lo quería. A uno le respondió por instagram en Rosario, cuando entendió que era la tercera opción detrás de Rondón. Al otro le contesta protocolarmente porque sabe que es una gloria del club en serio. Y también porque tiene claro que en 6 meses se termina su contrato y River no se lo extenderá.
La lesión de Driussi colocaba a ambos (DT y futbolista) a jugar al matrimonio por conveniencia. Borja estaba ante el desafío de demostrarle a Gallardo su valor; y el entrenador tenía la posibilidad de motivar a un jugador que él pidió, por el cual se gastaron más de 8 millones de dólares y que, cuando a Demichelis no le quedó más remedio que darle continuidad, se cansó de hacer goles. Tantos que, con el Manto Sagrado, Borja autografió la red más veces que Colidio, Mastantuono, Meza, Galoppo y Castaño juntos. Podríamos sumar a esa ecuación a Rojas y Simón y no se llegaria a los tantos del “Colibrí”. Hasta podríamos incluir los goles desde sus regresos de Lanzini y “Pity” Martínez, y los de Nacho Fernández en los últimos dos años. Y también a Subiabre y a Tapia.
A esto me refiero cuando hablamos de margen de error. River perdió a Driussi, pero decidió dejar 60 goles en el banco de suplentes durante 70 minutos. Se puede responder con criterio que Borja tuvo sus chances y las falló, más allá de la pericia de Andrada, pero someterlo a ser relevo con Driussi lesionado fue terminar de decirle “no creo en vos” en un momento en el cual se imponía más la lógica y la necesidad que el gusto ¿Con qué nivel de confianza entra Borja a la cancha si ni siquiera va de entrada cuando falta el 9 titular y el contexto obligaba a que River ganara para no depender de laberintos reglamentarios? No estamos hablando de números endebles. Estamos diciendo que la elección fue dejar 70 minutos en el banco a un tipo que tiene más goles con esta camiseta que todos los demás titulares de mitad de cancha hacia adelante juntos. Y en un partido decisivo.
Gallardo suele guardarse cartas en el banco. Es un tipo de estrategia y estilo. El DT podría esgrimir que si Borja iba de entrada y no rendía o se lesionaba, a él no le quedaban variantes de categoria y experiencia entre los suplentes. Y no faltaría a la verdad. Es aquí cuando entra a jugar otro eje de discusión.
UN PLANTEL LARGO NO ES UN PLANTEL PROFUNDO
Tener 30 futbolistas en el plantel no significa que todos estén en condiciones de jugar, ni de soportar la exigencia de la camiseta de River. Algunos pertenecen a la nómina más por currículums y agradecimiento que por presentes y rendimientos en las últimas temporadas. Otros fueron malas inversiones. Otros viven lesionados. Y otras ni se explican.
Si la decisión de poner a Borja en el banco se basa en que la otra alternativa de delantero que hubiera podido hacer las veces de 9 sin ser realmente 9 es el chileno Tapia, lo que se necesita es autocrítica de cuerpo técnico y dirigencia. El trasandino ni siquiera suma los minutos jugados correspondientes a 3 partidos completos desde que llegó. Es un secreto a voces que muestra complicaciones técnicas hasta en los entrenamientos. No participa oficialmente desde hace más de 3 meses, contra Ciudad Bolívar, por Copa Argentina.
Las otras variantes de atacantes que le quedaban a River eran Subiabre y el juvenil Dadín, de gran rendimiento en Reserva, pero aún sin minutos oficiales. Aquí surge otra pregunta ¿Por qué fueron al banco 3 centrales como Pezzella, Gattoni y Rivero y se quedó afuera Dadín cuando en el MdC se permite que hasta 26 jugadores firmen planilla? ¿No era más lógico que River fuera a necesitar sus características que 3 centrales?
A la hora de pensar en el recambio que imponen las sanciones, encontraremos que los relevos al mediocampo titular son Kranevitter y Aliendro. Poco más de media hora contra Independiente del Valle y 10 minutos contra Monterrey son todo el recorrido de Kranevitter en los últimos 3 meses. Aliendro apenas acumula 190 minutos desde abril. Estamos citando a jugadores que tienen 32 y 34 años, respectivamente. Y ahí emerge otro eje de discusión.
EL MUNDIAL DE CLUBES NO PUEDE TAPAR UNA FALTA DE POLÍTICA DEPORTIVA
Aunque River termine cosechando títulos en este 2025, es imprescindible prestarle atención al cuello de botella que se está generando con la salida de las joyas de la abuela y la contratación de jugadores con poco valor de reventa. El club ha entrado en una política cortoplacista. El recambio no puede estar dado por Pezzella (cumplirá 34 años en unos días), González Pirez (33), Casco (37), Kranevitter (32), Aliendro (34), Nacho Fernández (35), Lanzini (32) y Pity Martínez (32). Dos, hasta tres, tal vez sí, ¿pero 8? ¿En serio?
El problema es aún más claro cuando repasamos que el único sub 20 titular en River ya no pertenece al club y que los iniciales más jovenes sacando a Mastantuono tienen 25 años (Castaño y Colidio) ¿Cuál es el capital de venta que posee el club a futuro? ¿Vender a Subiabre? Se pagaron casi 12 millones por Castaño, como se habían pagado más de 10 por Villagra ¿Realmente se pensó o se piensa que se le puede sacar rédito a ese par de inversiones desesperadas, fuera de tiempo y valor lógico de mercado? River sabía que a más tardar a fin de año iba a perder a Mastantuono por la categoría del pibe y la prepotencia de las chequeras europeas top. Sin tirar la casa por la ventana (porque esa no puede ser la respueta a todo en cada receso), hubiera sido saludable encontrar un par de variantes antes de este MdC como hicieron casi todos los equipos con aspiraciones, en lugar de tener la cabeza puesta en los vaivenes de la novela Mastantuono.
Me parece saludable ir a buscar a Román Vega por nivel actual, por proyección, características y también por edad. River necesita rejuvenecer su plantel, por dinámica deportiva dentro del campo y por salud financiera a futuro. Esa es la ruta a transitar. Tener en cuenta estas cosas también forma parte del amor a la camiseta. No solo se trata de intentar congraciarse con el hincha remarcando lo maravilloso del respaldo en Estados Unidos más allá de las sedes lejanas y las dificultades económicas. No hace falta dorar la píldora. Todos sabemos de lo que es capaz el hincha de River. Lo que no hay que hacer es ocultarle la tierra debajo de la alfombra ni adornarlo con frases de libros de autoayuda, ni desde adentro del club, ni desde los medios, aunque después aparezcan críticas contra lo que uno piensa. No se puede ignorar lo que se viene haciendo mal por las dudas surja un resultado deportivo que “supuestamente” tire eso por la borda.
GANAR PARTIDOS IMPORTANTES
En los últimos años, podríamos anclar desde 2022 para acá, con Gallardo y también con Demichelis, River no ha estado a la altura a la hora de llevarse victorias en esos escenarios en los cuales esperábamos el salto de calidad. La gestión de Demichelis en los mano a mano fue pésima, con derrotas enlazadas a flojos niveles en la revancha contra Inter, pero también siendo eliminado contra Boca en Copa de la Liga y ni hablar por Copa Argentina contra Talleres y Temperley.
Con Napoleón, la cosa no es diferente. Ese 2022 fue flojísimo. El equipo no peleó ningún torneo. Desde su regreso en 2024, jugó muy mal la final de Supercopa Internacional contra Talleres, fue eliminado en casa por Platense, no estuvo a la altura en la serie de Libertadores contra Mineiro. En menor medida, tampoco pudo vencer a Universitario de local para lograr una buena ubicación entre los mejores líderes de grupo, ni conseguir la victoria ante Monterrey para asegurar la clasificación a octavos del MdC. Lo mejor de ambos entrenadores en el tramo mencionado fueron sus resultados por liga ante Boca.
Cuando algo se repite es cualquier cosa, menos casualidad. Por ende, es mejor buscar respuestas y trabajar en lugar de caer en lugares comunes y “peros”. River está ante una oportunidad de oro ante Inter, no solo para sellar boleto a la próxima instancia, sino para reencontrarse realmente con triunfos de calidad y volver a poner la vara donde tiene que estar. Es River, no un club de mitad de tabla con aspiraciones mediocres. La asignación es difícil, no imposible. Ya vimos el partido que le hizo Monterrey a Inter y otros tantos ejemplos durante el certamen. Así como a River le van a faltar Enzo Pérez, Castaño y Galoppo, también es cierto que lo más probable es que a la entidad italiana le sigan faltando Calhanoglu, Thuram, Zielinski, Dumfries y Frattesi.
LO QUE VIENE
Inter es el subcampeón de la Champions, pero no está en su pico de rendimiento. En los últimos 2 meses disputó 13 partidos y solo ganó 5. No pudo contra Monterrey y le costó mucho doblegar a Urawa ¿Qué puede hacer River ante un rival de estas características?
El conjunto italiano es uno cuando se le ofrecen espacios y la posibilidad de construir transiciones rápidas y otro muy distinto cuando debe asumir el protagonismo del encuentro y apelar a la imaginación y la creatividad. River debe ser inteligente y saber no solo cuándo presionar, sino a quiénes.
En ese terreno, su activo más valioso es la capacidad de Lautaro Martínez para tirarse atrás. El argentino tiene su complemento ideal en Thuram, que probablemente se pierda el cotejo. Inter apuesta a la subida de Bastoni desde el fondo, generalmente centralizado desde la posición de zaguero, para ganar metros entre líneas y abrir la cancha con un pase hacia la izquierda o un cambio de frente. Generalmente, busca los laterales para terminar en centros al punto penal o segundo palo.
No es descabellado que Gallardo plantee una línea de 3/5. Tendría sustento para espejarle el partido a Inter y porque es una distribución que el “Muñeco” utilizó y con acierto en contextos importantes. Además, el equipo italiano es fuerte de arriba y la inclusión de un central emparejaría ese apartado del juego, tanto en defensa como en ataque, brindándole a River otra herramienta para convertir. Montiel y Acuña están en condiciones de hacer el carril. Particularmente, insisto con que me gustaría ver a Mastantuono más libre. Sus principales aportes ante Monterrey volvieron a estar en acciones en las cuales no inició tan pegado a la raya, incluso un par por el centro y una por izquierda con un excelente pase a Castaño. La opción de la línea de 3/5 le podría dar la posibilidad de no tener un punto de partida tan fijo y que Borja y Colidio se repartan el frente de ataque.
El principal interrogante pasa por el eje. Tal vez se lo repartan Aliendro y Kranevitter, tal vez sea para uno de los dos o quizás Meza aparezca como doble 5, una posición que no desconoce y en la que ha jugado algunos partidos en Gimnasia e Independiente. Si Gallardo apuesta a mantener el dibujo, el desafío también será físico, ya que habrá más terreno para recorrer y dos de los tres de arriba estarán obligados a trayectos extensos. Gallardo ha elegido el 4-3-3 no solo para atacar, sino esencialmente para quedar 4-5-1 tras pérdida. Durante la semana declaró que no tiene jugadores con las características que él pretende para presionar sostenidamente. Por lo tanto, tampoco hay que descartar que mantenga el diseño.
River está ante una oportunidad brillante porque una victoria no solo le dará la posibilidad de jugar octavos de final, sino porque a esta altura, la necesita, por presente y a futuro. Volver a festejar en escenarios de importancia se ha vuelto un pagaré a levantar. Gallardo tiene un excelente historial en hacerlo. Ojalá suceda. River tiene con qué ganarle a este Inter.