Sus gestos se repiten y es producto de que sus jugadores evidencian las mismas falencias en el campo de juego, tanto a nivel individual como colectivo. River no arranca y Marcelo Gallardo lo sabe, por eso su fastidio a un costado de la línea de cal en la mayoría de los últimos partidos. Esta noche no fue la excepción ante Talleres de Córdoba.

El conjunto visitante se puso en ventaja en el segundo tiempo por intermedio de Valentín Depietri después de una mala entrega de Castaño y un contragolpe letal que lo encontró a Paulo Díaz muy disminuído en velocidad. Tras el gol, el Muñeco golpeó sus brazos con su cintura, en claro signo de disgusto, y se quedó mirando fijamente.

Durante varios segundos, el DT enfocó su mirada al centro de la cancha, como tratando de entender cómo le habían hecho un nuevo gol a su equipo agarrándolo mal parado en defensa. Cruzó algunas palabras con Matías Biscay y rápidamente llamó a Miguel Borja y Germán Pezzella para que ingresaran a la cancha, este último por la lesión de Paulo Díaz en la jugada del gol.

Gallardo enfurecido en River vs. Talleres

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