Nada le salió bien a River en su visita a zona sur. Pese a tener el apoyo de 7.000 hinchas, esta vez no logró ser ese equipo avasallante que impone condiciones en cualquier cancha. Siete jugadores que habitualmente son suplentes integraron el once inicial frente a un Estudiantes que le hizo imposible el funcionamiento al Millonario. En ese contexto, un tiro libre de Gastón Fernández -la maldita ley del ex- se desvió en Ignacio, el otro Fernández, para marcar el 1-0 definitivo en la cancha de Quilmes.

River estuvo incómodo. Nunca halló un circuito de juego que le permitiera buscar el gol con argumentos sólidos. Marcelo Gallardo dispuso un 4-1-2-3, con Bruno Zuculini como volante central de contención, detrás de Santiago Sosa y Nacho Fernández -mostró un nivel preocupante-, quienes se ubicaron a unos metros de los tres puntas: Lucas Pratto, Ignacio Scocco (salió con una dolencia) y Gonzalo Martínez. El Pity fue el único que generó riesgo en la primera parte mediante dos remates: uno lo contuvo Mariano Andújar, mientras que el siguiente fue desviado.

Sin embargo, el Muñeco decidió poner a Juan Fernando Quintero en reemplazo de Martínez para la segunda parte. El esquema se mantuvo, pero River exhibió los mismos inconvenientes: falta de precisión tanto en los pases como los disparos. Tan sólo provocó peligro cuando Julián Álvarez exigió al arquero del Pincha a través de un potente derechazo. ¿Pratto? Una tarde para el olvido que se resumen en una imagen: un tiro que le salió defectuoso. Además de las falencias para acertarle al destino elegido con la pelota, existió un serio problema de casi todos los jugadores para controlarla. Generalmente las recepciones fueron erróneas, acompañadas de una presión constante e inteligente del conjunto platense.

Los cambios tampoco aportaron soluciones. River siempre chocó contra la firmeza de Estudiantes. Una y otra vez. Podría haber llegado el empate como también podría haber recibido otro gol. No pasó una ni otra, un gol fue suficiente para que siga perdiendo terreno en la tabla de posiciones de la Superliga. Más allá de la bronca y el dolor por otra caída, la verdadera atención ya está puesta en el Superclásico del próximo fin de semana.