En tan solo 10 palabras, los fanáticos de la época lograron resumir de qué se trató su talento. “La gente ya no come, por ver a Walter Gómez”, decían aquellos que colmaban el Monumental (y también los que se quedaban afuera) allá en la primera mitad de la década del 50, cuando el uruguayo desembarcó en la Argentina de la mano de Antonio Vespucio Liberti que, pícaro como pocos, supo del lío en el que se había metido el botija en su país y lo trajo a Núñez para hacer renacer la ilusión en el final de la época de La Máquina de River.
Walter Gómez nació en 1927 y murió un día como hoy, 4 de marzo, del año 2004. Pasan los años, pero no la memoria que late incansable en aquellas famosas fintas del primero que hizo rugir el “u-ru-guayo, u-ru-guayo” en el Monumental y a quien su heredero, nada menos que Enzo Francescoli, eligió para dar el puntapié inicial en su despedida como futbolista.

1999. Walter Gómez, abrazado por Francescoli, en el inicio del partido homenaje a Enzo en el Monumental.
Gómez, de cuna en Montevideo, debutó futbolísticamente en Central Español de Uruguay y de ahí dio dos saltos enormes casi en paralelo: a Nacional y a la Selección de su país. Todo marchaba bárbaro para el futbolista deslumbrante hasta que en un partido con la camiseta del Bolso agredió a un árbitro con una piña fenomenal que le deparó un año de sanción sin jugar ni a nivel club ni a nivel federación en su tierra.

Walter Gómez y la agresión al árbitro Aníbal Bochetti en su tiempo como jugador de Nacional de Uruguay.
River, Walter Gómez y una cifra jamás vista en el fútbol argentino
El que supo todo casi en tiempo real fue Antonio Vespucio Liberti, entonces presidente de River, y no dudó. No solo fue a buscar a Walter Gómez, sino que pagó por él una cifra cuya exactitud no se conoce, pero que va entre los 750 mil y el millón de pesos de la época, algo inédito para los años 50. Lo que ocurrió inmediatamente después sí se sabe y es que el futbolista viajó a la Argentina directamente para su debut: desembarcó en Rosario para jugar ante Newell’s y marcó su primer gol ese día, 2 de abril de 1954.
“El pase me lo dio Labruna. Cuando volvíamos para la mitad de cancha, Angelito me dijo: ‘Es a cuenta de todos los que vas a hacer conmigo’… La verdad es que tuve compañeros excelentes en River”, dijo en una nota con El Gráfico. Pero tanto y tan grande fue Walter Gómez que es hasta hoy que se mantiene vivo un récord que difícilmente alguien pueda batir: en la primera fecha del campeonato de 1954 le hizo cuatro goles a Lanús… en 22 minutos (el reporte indica los goles a los 2, 8, 12 y 22).
Lo que tenía de Pelé
En una nota de El Gráfico, alguna vez se escribió sobre el uruguayo: “De Pelé tenía su fascinante cintura, su excepcional pique corto, su facilidad para inventar jugadas sobre la marcha, y casi diríamos que una superior certeza ejecutiva. Porque nunca vimos una gambeta corta, de esas que avanzan en zig-zag sobre el mismo pie del contrario que sale a la marca, de esas que se acompañan con él quiebre total del cuerpo, como la de Walter Gómez. Ni siquiera Pelé alcanzó tal grado de virtuosismo en el juego al ras del suelo”.
Así bailaba a Boca
En la misma nota de El Gráfico, se escribió sobre el particular deleite de Walter Gómez en bailar a Boca. “En las últimas fechas de 1954 Boca llegaba al estadio de River dispuesto a dar la vuelta olímpica. Si ganaba esa tarde, Boca era el virtual campeón del año. Pero River le dio un paseo memorable ganándole 3 a 0, con Walter Gómez y Labruna jugando como los dioses. El uruguayo se cansó de hacer “sombreros” con los defensores boquenses. Además, marco ese tercer gol al recibir un pase de Labruna. Amagó patear a la derecha de Musimessi, el arquero se tiró hacia ese costado y la metió suavemente contra el palo izquierdo. En 1950, luego de una pared larga en velocidad con su compatriota Luis Ernesto Castro, también convirtió uno sensacional en la cancha de Boca”.

Walter Gómez tenía cosas de Pelé. Nota de El Gráfico.
Walter Gómez Pardal era insider derecho, pero fue como centroforward donde la rompió. Jugó 140 partidos durante sus cinco años en River y marcó 76 goles. Se coronó campeón en 1952, 1953 y 1955. Dejó la escuela a los 11 años porque tenía que trabajar y se fue con uno de sus cinco hermanos a ganar dinero en una imprenta, pero su pasión estaba en otro lado. “No me gustaba laburar. Cuando mi hermano Washington me empleó en un negocio de encuadernación, en el fondo había limoneros y yo sacaba los limones y me ponía a patearlos hacia arriba”, contó en una entrevista con La Nación.
Hacía goles de todas las formas, pero para él, al fútbol se jugaba de una sola manera. Después de un partido en el que José María Minella lo puso de 9 y anotó de cabeza, dijo. “Hice el gol del empate de cabeza. Uno de los dos goles que marqué de cabeza en los años que estuve en River. De arriba yo no sabía nada. Para mí el fútbol se jugaba únicamente a ras del suelo”.
La última vez que Walter Gómez vistió la camiseta de River como jugador fue el 11 de diciembre de 1955 y, como en el debut, marco un gol en un 2 a 2 con Racing.

Santiago Vernazza, Enrique Omar Sívori, Walter Gómez, Ángel Labruna y Roberto Zárate, la delantera del River campeón de 1955 contra Tigre, en Victoria.
El día que el River de Walter Gómez goleó al Manchester City
El uruguayo formó una delantera icónica del Millonario junto a Vernazza, Juan José Pizzuti, Labruna y Loustau. En enero de 1952 el equipo hizo una gira por Europa y goleó al Manchester City, con cuatro goles en 45 minutos (River ganó 4 a 3 con dos de Labruna, uno de Vernazza y otro de Walter Gómez) y aquella fue la primera vez que un equipo argentino le ganaba a uno de primera división de la Liga Inglesa en su tierra. De aquel partido, además, se recuerda que Eliseo Prado jugó en lugar de Pizzutti y no salió más del equipo que jugaría ese año.

El día que el River de Walter Gómez goleó al Manchester City en Inglaterra.
Un final triste, pero siempre cerca de River
Walter Gómez murió en Buenos Aires, donde eligió vivir los últimos años de su vida, en un pequeño departamento de la calle Olazábal, en el barrio de Belgrano. Casi no había hecho dinero pese a jugar en el exterior (incluso en Europa), tras su paso por River. El club le dio trabajo primero en el estacionamiento, donde cumplía semanas laborales de lunes a viernes de 12 a 20. Algunos ni sabían quien era cuando acomodaba sus autos. El “Hueca”, como le decían, llegó a sus últimos años con una enfermedad respiratoria que lo venció a los 76, pero es hasta hoy que nadie olvida que la gente dejaba de hacer hasta lo más básico para ir a verlo jugar. “Todo lo que diga de la época de River es poco. La verdad que la gente me quiso desde el primer momento, e inventaron aquel canto que me emocionaba mucho”.